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sábado, 25 de diciembre de 2010

A tenor de lo publicado con anterioridad - Donde está la dignidad de ese partido - OTAN sí, OTAN no

Y vá la segunda pastillita con vídeo de Chico Sanchez Ferlosio, verlo y leer la crónica, son del todo camaleonicas las decisiones de esta formación tildada de "socialista  y de obrera" o como anunciabamos "padece de alzeymer".

PSOE, UNA FORMACIÓN POLÍTICA QUE TIENDE A ESCORARSE HACIA LA DERECHA CON MUCHA FACILIDAD.

En contra de todos los pronósticos, el 12 de marzo de 1986 los españoles votaron a favor de la adhesión a la Alianza Atlántica en un referéndum histórico que supuso el fin de la neutralidad hacia las acciones militares del bloque occidental.

Miriam Gidrón. Madrid

La entrada de España en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fue un capítulo contradictorio y polémico. Esta organización, surgida tras la Segunda Guerra Mundial por el interés de Estados Unidos de establecer una alianza estratégica con Europa Occidental, suscitaba emociones opuestas. Los españoles se debatían entre el idealismo pacifista de rechazo a las armas y el miedo a no formar parte del bloque de países más poderosos del mundo. De hecho, el resultado del referéndum fue una incógnita hasta el último momento.

La opinión pública reflejó un cambio notable desde que comenzó el debate a finales de los años 70, cuando se respiraba un rechazo general a la OTAN, hasta la victoria del sí en la votación, el 12 de marzo de 1986.

Contexto

Existen varios factores que pudieron incidir en la transformación de la opinión de la sociedad española. Por un lado, el escaso interés en las cuestiones de seguridad exterior ralentizó el entendimiento de las razones para entrar en la OTAN. En segundo lugar, la idea de entrar en la Alianza Atlántica para prevenir la amenaza soviética se percibía como una reminiscencia de la propaganda franquista. Por otro lado, las Fuerzas Armadas se enfrentaban a una imagen negativa después de la Dictadura. Además, al principio predominaba la tesis de que el Gobierno debía dar prioridad a las relaciones con América Latina y los países árabes.

Las encuestas del CIS reflejaron la baja popularidad de la OTAN en la etapa de UCD con Leopoldo Calvo Sotelo, que fue el primer presidente que incluyó el tema en el programa de gobierno. En octubre de 1978 el no rondaba el 15%, el 26% en julio de 1979, el 30% en julio de 1981 y el 43% en septiembre de ese mismo año.

A pesar de ello, en octubre el Congreso aprobaba la solicitud de ingreso en la Alianza Atlántica con el apoyo de UCD, Centro Democrático, CiU, UPN y PNV, y con el voto en contra del PSOE, el Partido Comunista, el Partido Socialista Andaluz, Euskadiko Ezkerra, Ezquerra Republicana de Catalunya, el Partido Aragonés Regionalista y Unión del Pueblo Canario. España entró en la OTAN el 30 de mayo de 1982 y se convirtió en el decimosexto miembro de la organización. Faltaba el respaldo de los ciudadanos.

La llegada al poder del PSOE en octubre de 1982 marcó el punto de inflexión en la opinión pública. La postura atlantista consiguió más respaldo popular, gracias al giro de 180 grados que dio la cúpula del Partido Socialista -ver información adjunta-.

Felipe González justificó el cambio de postura, en parte, en que la entrada en la OTAN favorecería el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea (CEE) -actualmente, la UE-, que finalmente se produjo en enero de 1986. Sin embargo, cinco meses antes del referéndum un sondeo de Sofemasa indicaba que todavía un 46% de los ciudadanos estaban en contra de la OTAN.

El resultado final a favor de la adhesión pudo estar influenciado por varios factores. Por un lado, el posicionamiento de Alianza Popular para votar en blanco no convenció a gran parte de la derecha, que votó a favor. Los sectores más fieles del PSOE aceptaron los argumentos de Felipe González para no debilitar al partido en las siguientes elecciones generales. Además, el líder socialista apostó fuertemente por el cambio: reconoció los errores de su actitud anterior y defendió en cada intervención pública las ventajas que suponía para España entrar en el club atlántico. Por último, el índice de participación en el referendo, cercano al 60%, fue más elevado de lo esperado y favoreció el voto afirmativo.

El referéndum

La consulta planteaba la pregunta ¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica, en los términos acordados por el Gobierno de la Nación? Estos términos se referían a tres condiciones: la no incorporación a la estructura militar integrada de la OTAN, la prohibición de instalar o introducir armas nucleares en el país y la reducción de la presencia militar norteamericana en el territorio español. El referéndum se saldó con un 52,54% de los votos a favor, un 39,83% en contra y un 6,54% de abstenciones.

El 14 de marzo España comunicó a la Alianza el resultado y, a partir de ese momento, entró en todos los comités, grupos de trabajo, agencias, presupuestos y planeamiento de la defensa de la OTAN, con excepción de la Estructura Integrada de Mandos.

La arriesgada marcha atrás del PSOE

La postura del Partido Socialista sobre la adhesión de España a la OTAN sufrió una transformación radical. Sus primeros posicionamientos en política de defensa a finales de los años 70 tuvieron un fuerte carácter neutralista y antiamericanista. Defendían el desmantelamiento de las bases extranjeras en territorio español y el rechazo a la política de bloques militares. En 1980, el entonces secretario general del PSOE, Felipe González, hizo pública su postura al defender la desnuclearización del Mediterráneo, algo completamente contradictorio con la existencia del Tratado del Atlántico Norte. González se comprometió a que, si algún día llegaba al poder, algo que ocurriría dos años después, convocaría un referéndum aconsejando a la ciudadanía el voto favorable a la salida de la OTAN. Cuando el presidente del momento, Leopoldo Calvo Sotelo (UCD), solicitó el ingreso, González lo calificó de "barbaridad histórica" y "tremendo error" . Apoyó las movilizaciones en las calles y votó en contra de la adhesión tanto en el Congreso como en el Senado. Durante la campaña electoral de 1982 el PSOE insistió en detener el proceso de integración y convocar un referéndum. Pero cuando González subió al poder, empezó a desmarcarse de la posición inicial y, en 1984, dio el definitivo giro atlantista. Basó su discurso en las ventajas de la Alianza para los intereses españoles, como la entrada en la Comunidades Europeas y la pertenencia al club de los países más desarrollados del mundo, admitiendo que el rechazo inicial del PSOE había sido un error. El colofón de la contradicción socialista llega en 1995, cuando el socialista Javier Solana fue nombrado secretario General de la OTAN.

1 comentario:

  1. Y vá la segunda pastillita, leer, son del todo camaleonicas las decisiones de esta formación tildada de "socialista y de obrera" o como anunciabamos "padece de alzeymer".

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